El futuro de la producción: impresión 3D
Introducción
La impresión 3D se ha convertido en una de las tecnologías más llamativas y prometedoras de los últimos años. Lejos de ser una moda pasajera, cada vez son más los sectores que se interesan por ella, desde la salud hasta la automoción pasando por la arquitectura. En este artículo, analizaremos cuál es el futuro de la producción gracias a la impresión 3D y cuáles son las claves que permitirán consolidar un cambio de paradigma en la fabricación industrial.
Impresión 3D: un salto tecnológico
La impresión 3D se ha ido perfeccionando desde sus inicios allá por los años 80. Hoy sin embargo, estamos ante una tecnología que se ha convertido en mucho más que un simple proceso de prototipado rápido. Gracias a la impresión 3D es posible fabricar objetos y piezas de altísima precisión, con diseños complejos y formas que antes eran imposibles de conseguir.
La industria, al reconocer su potencial, no ha tardado en integrar la impresión 3D en sus procesos productivos. Las primeras incursiones se hicieron en la aeronáutica; hoy, no es raro encontrar piezas fabricadas mediante impresoras 3D en diversos sectores, como el automotriz, la joyería o la moda.
¿Qué aporta la impresión 3D a la producción?
La impresión 3D presenta una serie de ventajas que son determinantes para su consolidación como tecnología de producción. Por un lado, permite la producción de piezas más complejas, lo cual se traduce en diseños más atractivos, resistentes y livianos que sus homólogos convencionales.
Adicionalmente, la impresión 3D tiene una mayor flexibilidad en cuanto a la cantidad de piezas que se pueden fabricar de una sola vez. No importa si se necesitan cinco o cinco mil piezas, el proceso de producción es el mismo.
También se destaca la rapidez con la que se pueden fabricar las piezas. Un proceso que tradicionalmente podía llevar semanas o incluso meses, en algunos casos se reduce a horas o incluso minutos.
Ahorro de costes
La impresión 3D es una tecnología más eficiente que los procesos fabriles convencionales. No necesita de matrices ni moldes costosos que muchas veces son necesarios para producir miles de piezas. Asimismo, los costes de mano de obra, por lo general, son menores que en los procesos tradicionales.
En algunos casos, la impresión 3D permite la fabricación total de una pieza a partir de materiales reciclados, reduciendo aún más los costes y modelo carbon footprint.
El futuro de la impresión 3D
Aunque la impresión 3D cuenta con un implacable presente, lo cierto es que su gran potencial en la producción aún está por explotarse. De hecho, y tal y como apunta el informe “The future of manufacturing: making things in a changing world”, de PwC, la impresión en 3D tendrá un papel clave en la transformación digital del sector industrial.
La especialización irá en aumento, permitiendo aplicaciones cada vez más concretas en cada sector, gracias al desarrollo de infraestructuras y tecnologías personalizadas en consonancia con sus necesidades.
Impresión 3D en la medicina
En la medicina, la impresión 3D puede ser de gran ayuda en la preparación de cirugías complejas o en la creación de prótesis personalizadas. Esto puede comportar una mejora sustancial en la calidad de vida del paciente.
Impresión 3D en el sector arquitectónico
La impresión 3D puede revolucionar el sector de la arquitectura, permitiendo la construcción de edificios de una forma más sostenible y eficiente, todo gracias a la fabricación in-situ de los materiales. Además, esta tecnología puede permitir la creación de diseños más elocuentes y atractivos, gracias a su dinámica de personalización.
Impresión 3D en la fabricación de alimentos
Aunque pueda resultar sorprendente, la impresión 3D se ha abierto un camino en la fabricación de alimentos. Aunque por el momento no es una tecnología muy extendida, puede permitir la personalización de cada plato a medida que se produce, aportando una experiencia gastronómica innovadora, y mucho más sostenible.
Conclusión
La impresión 3D es una tecnología con grandes oportunidades para la producción. Y aunque aún queda mucho camino por recorrer, lo cierto es que no parece haber marcha atrás en la dirección de la consolidación definitiva de la impresión 3D como tecnología de corte.
Su variedad de aplicaciones, la eficiencia en costes y la flexibilidad de su producción destacan como razones de peso para que las empresas miren hacia esta tecnología en busca de soluciones y mejoras en sus procesos. Todo ello con el añadido de su potencial en la creación de objetos y piezas completamente personalizadas y en su capacidad para permitir la creación de complejos diseños que se adapten a las necesidades del usuario final.